Buenas noches Santibáñez,
Debo reconocer, lo primero, que me encuentro algo nervioso. No todos los días, tengo el placer de hablar delante del que se ha convertido en mi pueblo. He de confesaros, que tal vez, ésta sea una de las tareas más complicadas que me ha tocado realizar en mi vida.
Quería comenzar dando las gracias a Manolo y a toda la corporación municipal por confiar en mi para uno de los momentos más especiales y deseados de este pueblo: el comienzo de las fiestas en honor a la Virgen del Rosario.
Recuerdo de muy pequeño cuando a Manolo, en la plaza del Mayo, en aquellos bancos del fondo, le decía: algún día me pedirás que de mayor de el pregón de fiestas. Ese momento llegó hace dos años y ahora, aquí me encuentro pero… no os preocupéis, no os voy a hablar de Doña Urraca ni de la Pandemia, lo prometo.
Para todos aquellos que no me conozcáis, soy Manuel. Vecino adoptivo de Santibáñez de Valcorba y miembro de la peña La Camorra, que por cierto este año cumplimos 17 años, se dice pronto. Probablemente al igual que cada uno de vosotros/as puedo decir que gran parte de los mejores recuerdos de mi vida han sido aquí. Echando la vista atrás, recuerdo el momento y la alegría cuando mis padres nos comunicaron a mi hermana y a mí que habían comprado una casa en Santibáñez de Valcorba, el pueblo de Diego y Julia, los nietos de Leo y Mario.
Recuerdo la antigua plaza del Mayo, con sus columpios y lo bien que lo pasábamos. El día en el que Víctor me enseñó a derrapar en esta misma cuesta, con fatídicos resultados por cierto. Recuerdo al abuelo de Miguel y Carlos, Lines, como siempre, en esta plaza, me sacaba caramelos de la oreja. Recuerdo el concurso de disfraces en el que cada año Víctor Luly que no Sanz y yo en los últimos 5 minutos decidíamos de que disfrazarnos y no es por nada pero, siempre ganábamos… o cuando cada día María Pipi iba a buscarme a casa y decía con su voz… ¿sale Manuel? quien nos iba a decir a ti y a mí que nos iba a tocar compartir escenario. Recuerdo a Jose Luis y Gabino cuando me iban a buscar con su tractor SAME, mi favorito, a casa para que fuera a cosechar con ellos o cuando a Teresa y a Pedro, cada verano les pedía permiso para bañarme en su piscina. Recuerdo cada excursión que hacíamos en tractor, eso sí que era una buena aventura. Recuerdo nuestra primera peña “si te he visto no me acuerdo” en el garaje de Estela, sin reproductor de música pero felices o en el Corral de Marín o la Ezequiela, menudas peñas hacíamos. Recuerdo la tienda de María Jesús y sus Palmeras como si fuera ayer. De Don Vicente y la guerra que le dábamos en la parte de arriba de la iglesia, las batallas de arena que hacíamos donde Churri (que nos perdone) o los partidos que echábamos cada verano en el parque con Chuchi, Thuran o Valero… y así, podría continuar hasta mañana.
Pero no os quiero aburrir… y es que amigos y amigas de Santibáñez de Valcorba, creo que pocos lugares conozco tan hospitalarios y espectaculares como este desde los rasillos, pasando por el pico Llanillo o Valimón y sin olvidarme del parque más bonito de todos: el de la fuente vieja, no me canso de difundir el patrimonio artístico, cultural y natural de este municipio cada vez que me encuentro fuera.
Muchas veces hablamos del valor que tiene el medio rural pero se nos olvida hablar del valor añadido que tienen las personas que lo forman. Creo que si algo le caracteriza a este pueblo es la calidad humana de sus gentes… de Matías y su arte con el que decora el pueblo, Jose de Bilbao y su secreto de la eterna juventud, no sé cómo lo haces pero siempre nos ganas a todo. La sonrisa de la Luly y los abrazos de Mondy. Fernando y Óscar por todos sus títulos conseguidos en natación. Blanca y Andrea por el incansable trabajo que hacen por el reconocimiento del pueblo saharaui que todos los veranos nos traen a niños y niñas de allí. Sergio, que no se pierde unas fiestas aun estando en Alemania. Jose Hontoria, por todo su trabajo y esfuerzo desinfectando y limpiando las calles durante la pandemia y Filomena… para que luego digan que los jóvenes no somos responsables.
Pero que sería de nosotros, los jóvenes de este pueblo, sin la sabiduría de sus mayores y sin sus consejos o palabras. Que sería de nosotros sin todo su trabajo y esfuerzo. Me viene a la mente la cara de satisfacción de Marín al explicar y enseñar a un grupo de chavales, de ciudad, cómo funcionaban todas las herramientas que atesora en su patio.
En fin… estoy aquí para hablar de las fiestas y de sus peñas, os confieso que no he encontrado mejor definición de peña que la de Virginia: una peña es un sentimiento, es un símbolo de identidad que te acompañará siempre y es que en Santibáñez tenemos nada más y nada menos que 24 que podríamos clasificar por colores, por edades, por si compran patatas o no, por tipo de construcción o por si te dan de comer o desayunar… esas peñas son: El Badulaque, El Cambio Sensato, El Cuento, El Descontrol, El Espermatozoide Incontrolado, El Esqueleto, El Garito, El Ladrillazo, El Mahouya, El Pucherazo, El Resacón, El Retoze, El Rollo, El Secuestro de la Virgen, La Alegría, La Amistad, La Camorra, La Juerga, Las Brujas, Las Celias, Los Chapuzas, Los Fatos y Los Plazines.
Tranquilos, no me olvido de La Revolución la peña de la que son Nayara y Nicolás, reina y primer rey de este pueblo. Enhorabuena chicos.
Disculpad porque seguro que a lo largo de este pregón me he olvidado de muchos y muchas, no me lo tengáis en cuenta. Me gustaría también dar las gracias a todas las empresas que ayudan a crecer a este pueblo y que con su esfuerzo diario nos colocan en el mapa: las dos casas rurales: los Aperos y Valimón, el Centro Ecuestre de Ernesto, la Tienda de Roche, los Hijos de Octavio, la peluquería de Cris, el Mesón de los Tres Olmos de Kike y Alberto dónde se puede comer el más rico pincho de lechazo y a todos sus agricultores y ganaderos y como no, a mi familia.
Pero todo, tiene un comienzo y un final, me gustaría acabar este pregón con una frase de Jesús Mozo, una frase que dice así y que quiero dedicar especialmente a aquellas personas que por distintos motivos hoy no se encuentran aquí, Santibáñez el pueblo que nos ha visto nacer y crecer, que ha conocido nuestra infancia y sus primeros amores, el pueblo que llevamos dentro no desaparece por mucho que nos alejemos de él.
Amigos, amigas por suerte el final de este discurso no es hoy, es el próximo martes con la famosa y divertida “va calada” disfrutemos de estas nuestras fiestas como siempre y como nunca lo hemos hecho antes… porque hoy, más que nunca, no sabremos cuando serán las siguientes.
Para mis últimas palabras, me gustaría que subiera al escenario mi peña, La Camorra, porque este grito final creo que lo tenemos que hacer todos y todas juntos.
¡VIVA SANTIBÁÑEZ!
¡VIVA LA VIRGEN DEL ROSARIO!